Y yo, que siempre estoy buscando referentes, metiendo homenajes en mis libros y procurando beber todo lo posible de los que tanto he admirado, voy, de repente, y me quedo de una pieza. El mundo (no solo el editorial) es irónico y, a veces, te sorprende.
La culpable es Raquel Míguez, y el responsable su último libro: El verano que desaparecieron los trogloditas. Me llevo a casa el libro, me pongo a hojearlo y descubro una sorpresa escondida en la página 10: Diego, Diegroffre, el gran protagonista de su novela, resulta que también es fan de Alfred & Agatha.
Un temblor orgulloso me recorre las canillas. Ahora resulta que soy yo la presa capturada en novela ajena.
Quién me iba a decir que esto podía pasarme. Quién me lo iba a decir el día que abrí el primer word en Ribadesella…